En los últimos años ha crecido
exponencialmente la cantidad de concursos literarios a nivel mundial; las
tecnologías nos han servido de trampolín para acceder a las editoriales de
manera más contundente, ya no tenemos que depender de imprimir un manuscrito de
ciento cincuenta hojas, anillarlo y luego enviarlo por correo a las editoriales
con la esperanza de que en algún punto no demasiado lejos en el futuro, nos
contacten con la temida o anhelada comunicación.
Ahora, gracias a la red, podemos
enterarnos de los concursos literarios en otros continentes, permitiéndole a
los escritores, saltarse el océano y participar por medio de un correo
electrónico; una bendición que recibimos con placer aquellos escritores que no
escribimos géneros adecuados para las casas editoriales de nuestros países,
porque no es un secreto que algunas editoriales son mas estrictitas en sus
políticas de publicación y no aceptan con facilidad los géneros que salen del
“convencionalismo social” a menos de que la obra en cuestión sea de un autor
renombrado.
Claro que la difusión masiva por
la red los ha obligado a flexibilizar dichas políticas, dando apertura a nuevos
talentos dentro de la literatura, pero con ciertas reservas. Aún hoy en día las
editoriales continúan siendo las “máximas autoridades” dentro de este mundo y
como algunas máximas autoridades en otros ámbitos, se niegan a cambiar; por
suerte existen algunas mentes brillantes y rebeldes que se lanzan en dirección
al cambio sin mirar atrás, esas son las editoriales que nos ofrecen algo de
esperanza a las personas que no escribimos romance, ni ficción histórica, o las
novelas convencionales.
Pero por qué es tan importante
concursar, qué merito tiene que llamen a cien escritores solo para premiar a
uno o a ninguno, cuál es el criterio para escoger una obra ganadora que al
final, probablemente, terminará siendo una más del montón.
Simplemente porque el concursar
te da perspectiva, aunque no ganes, el saber que vas a concursar con otros te obliga
a replantearte la obra; la escribes con mayor cuidado, te esmeras en minimizar
los errores, corriges las faltas de ortografía con más precisión, porque el
panel que va a hacer las veces de jurados no son simples lectores que tal vez
no comprenden de cuestiones técnicas (que sí existen en el mundo literario, por
más que nos queramos sentir libres), las personas que están allí son
escritores, que se supone, saben de escribir, que han pasado y pasan por el
camino que nosotros transitamos, que han ganado experiencia y pueden ser
eminencias dentro de sus géneros; es decir, concursar te obliga de una manera
muy sutil a escribir mejor.
Si contamos el hecho de que
después de unos intentos (o muchos, dependerá de la terquedad de cada escritor,
los habemos muy tercos) conseguimos el tan ansiado premio que le dará peso a
nuestra obra y contribuirá a que nos noten un poco más; esto también nos
servirá para establecer estándares de calidad dentro de nuestra obra, de ese
escritor ganador, se esperarán más obras geniales dignas de galardones cada vez
más importantes, que finalmente se convertirán en el currículo de dicho autor.
Obviamente hay autores que
pensarán que no necesitan concursar, por X o por Y razones, que pueden ser
desde las más mediocres hasta las más acertadas; pero desde mi punto de vista
haber sido merecedora de un premio en narrativa me motivó a mejorar cada día, a
pulir mi talento para escribir, a plantear mejor mis historias, a convertirme
en mejor escritora. Ciertamente encontraremos aquellos que se inflan como sapos
y se creen de mejor familia por ganar un par de premios, no menosprecio su
talento en sí, pero si me burlo de su calidad humana, creer que eres un genio
solo por ganar un premio es ridículo. Conozco un par de escritores con una
amplia gama de premios y menciones, y son personas normales, que donde los
pongan seguirán siendo eso: personas.
Es bueno concursar, porque puede
ser la puerta para publicar en una editorial prestigiosa. En la actualidad
sabemos que las razones por las cuales algunas editoriales contratan a nuevos
escritores son por sus ventas en Amazon u otras plataformas, al fin y al cabo,
para la editorial es un negocio. Pero para nosotros los que escribimos, es un
sueño laureado, una meta romanticona, muchos de nosotros no escribimos por
dinero (si llega a ¡Bienvenido!) sino porque queremos ser recordados, pasar a
la posteridad por nuestras obras, dejar un legado útil a las nuevas
generaciones y que perdure en la historia; en resumidas cuentas soñamos que en
algún punto nuestros nombres se mencionen junto a los grandes como referencia
al cambio, como un notado exponente dentro del mundo literario de nuestra
época.
¿Es necesario para un escritor
concursar? Tal vez sea la pregunta que algunos de los lectores se haga, la
respuesta es: no. No es necesario concursar, pero el concursar te obliga a
asumir un reto, no solo de ser mejor, sino te obliga a asumir un reto contigo
mismo, de salir de esa zona de confort en la que muchos escritores se encierran
y te permite experimentar.
¿Qué ha cambiado en mí después de
haber ganado un concurso de literatura? Que me he vuelto muy auto critica, y
someto a mi obra a un escrutinio más denso, ha sido una responsabilidad muy
grande la necesidad de que lo próximo que salga de mis manos de la talla, que
sustente el hecho de que sí me merecía ese galardón.
Saludos a todos, supongo que
mucha gente que se ha lanzado a escribir no pensaba que esto requería de tanta
reflexión.
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