Dentro de la
construcción literaria existen diversos términos para definir las redundancias
en las que caemos todos los escritores. Algunas veces dichas redundancias
responden a un carácter completamente literario, es decir, que se usan a propósito
para reforzar cierto aspecto poético o en su defecto características de los
personajes.
Para poder
evitar esto, el escritor debe conocer las figuras retoricas de las que hace uso
inconsciente, están allí todo el tiempo, pero por el uso y costumbre no solemos
notarla, más que nada porque muchas veces establecemos que escribir es simple
prolongación del habla, y esto, no es así. Por eso no es igual que digamos a
viva voz: ―¡Sal para afuera!― que verlo escrito en una novela.
Pleonasmo: es
una figura retorica que consiste en adicionar palabras a la oración que no son
realmente necesarias porque el significado está implícita o explícitamente en
ella. Se considera un vicio del lenguaje cuando se emplea mal en la redacción.
El pleonasmo
bien usado puede darle gracia y expresividad a la frase, evitando que esta
suene incompleta; a nivel literario los pleonasmos se usan para hacer énfasis o
darle “poesía” a lo escrito. Ejemplo:
“Yo mismo estuve presente en la pelea, vi
con mis propios ojos como lo golpeaban”
En este caso,
el pleonasmo le da el carácter enfático de la situación. Otros ejemplos útiles
que ilustrarían un pleonasmo:
“A nosotros no nos
corresponde decidir”
“¿Cómo estás tú?”
Tautología:
a diferencia del pleonasmo, esta figura retorica es obvia y vacía, consiste en
repetir la misma idea de manera diferente que finalmente será inútil y viciosa.
La tautología causa cierta confusión, porque al igual que el pleonasmo
es una redundancia, pero mientras que con el anterior podemos conferirle cierta
gracia a la narración, este solo “embasura” porque es innecesaria. Un ejemplo
de esto es:
“Sube
para arriba, que te están esperando”
Otro mal de las redundancias en la narración es la repetición de los
pronombres, cuando en un mismo párrafo usamos “para él” “de él” “para ella” “de
ella” “Yo” “Mi” “Me” “Tu” “Te”, esto se llamar redundancia pronominal y suele ser uno de los mayores males
de los narradores, generando pesadez al evitar una lectura fluida.
“miró los ojos de él”
“besó la boca de ella”
El proceso narrativo suele suceder sin pausas,
muchas veces escribimos sin leer, con el fin de sacar la idea completa y no
perder la inspiración; pero en el proceso de corrección no tomamos en cuenta
las redundancias al desconocer las figuras literarias de las que estamos
abusando; espero que esta pequeña entrada les sea de ayuda a los escritores
(noveles y no tan noveles) a pulir su manuscrito.
Saludos.
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