Cuando una persona se decide a
escribir “profesionalmente”, se aboca a buscar por internet los “diez consejos
que todo escritor debe seguir” o “técnicas que te ayudarán a ser mejor
escritor” y cualquier entrada de blog, artículo de pagina web, libro o curso
para escribir.
Está muy bien documentarse sobre
todo eso, pero hay que hablar claro y decir que estos no son biblias ni
manuales para escribir, aquellos que nos dedicamos a esto llegamos a la
conclusión, bastante sencilla, de que el proceso es distinto para cada
individuo; puede ir desde: “escribe todo lo que se te ocurra” hasta “pararte de
cabeza para que la sangre fluya y aparezcan las ideas”.
La mayor parte de escribir se
compone de dos procesos, el creativo ―donde se gesta y nace la historia― y el
productor ―que es sentarse y escribir―. Conversando hace unos días con una
amiga, profesora de la Universidad de Oriente de Venezuela, comentaba que en
uno de sus talleres de escritura la primera pregunta que hacía era: ¿Con qué se
escribe?, lo cierto es que inmediatamente pensamos que con las manos o con la
mente, pero su respuesta, aparte de jocosa, fue exacta y precisa: se escribe
con las nalgas.
Muchos se preguntarán qué
significa, y no es más que el hecho de que el primer consejo para el escritor
es: siéntate a escribir.
Podemos encontrar desde conceptos
específicos hasta subjetivos sobre cómo escribir, algunos funcionan, otros no;
lo importante es sentarse con la mentalidad fija en la meta; uno puede proponerse metas razonables: una página por día, tres, cinco, quince; también puede ir por
capítulos si se dedica a la narrativa, pero lo importante es escribir. Hay que
tomar en cuenta que uno debe ser honesto, hay cierto respeto que se genera
cuando uno dice: “soy escritor” inmediatamente la gente reacciona con un
“¡¡oooh!!” mental porque la asociación más lógica es: si escribe debe ser muy
inteligente. Lo siento chicos, pero escribir libros no te hace inteligente.
El siguiente consejo es uno muy
simple que no todos enumeran en sus diez pasos, y es uno que de tan fácil pasa
inadvertido: Busca tu propio ritmo.
Hoy en día hay una competencia
entre escritores, es algo así como quién publica más libros, solo que la
ecuación: +libros=+ventas=mejor calidad no es verdad. Ni siquiera los prodigios
de la literatura pueden o sacan libros en un mes, porque el proceso detrás de
escribir es más que una idea que se te ocurre mientras te tomas un café, o te
duchas, o caminas por la calle. La mayoría (nótese que dije: LA MAYORÍA) de los
escritores que publican un libro cada mes, que es de su propia autoría
evidentemente, no varían la formula de escritura; es decir, el último libro es
igual al anterior, y al anterior, y al anterior, y así sucesivamente hasta
llegar a ese primer libro publicado; y no crean que todos los lectores son
buenos, la literatura basura existe por algo, es la clase de literatura que
evita que pienses, que hagas conexiones mentales, que no posee intrigas, ni
suspenso y que te obsequia unas horas de liberación mental; desde mi punto de
vista como lectora es la clase de libros que siento que insultan mi
inteligencia, pero que de vez en cuando leo porque a veces se necesita una
dosis de eso, es como la persona que se alimenta sanamente pero cada seis meses
se da un atracón de comida chatarra. Lo importante acá (disculpen el desvío del
tema) es que no necesitas entrar a esa carrera, por lo menos no si no quieres
ser un escritor más del montón; no debes preocuparte porque tu libro te tome
seis meses o un año escribirlo, recuerda que el libro es un aprendizaje para el
escritor, cada libro nuevo es una enseñanza lograda, absorbida y aplicada en el
siguiente trabajo. Además, los buenos libros son como los vinos, hay que dejar
que se maduren.
El siguiente consejo es otro de
esos que de tan obvios, da como vergüenza señalarlo: Consigue tu ambiente
ideal.
Escribir es un proceso de
desconexión del mundo en el que vive el escritor, dicha desconexión se hace
para conectarse con la realidad que está creando, eso implica que puedes pelear
con tus personajes, erigir o destruir la ciudad o entorno donde todo se está
desarrollando, inclusive es para delinear los puntos de la historia. Cada quién
tiene un proceso, algunos necesitan música que aísle el sonido externo, otros
―como en mi caso― necesitan silencio; unos puede que necesiten soledad, otros
necesitan un mínimo de orden en su entorno, tener a la mano una bebida
caliente, o un libro cualquiera que te ayude en las pausas, dulces o comida, o
lo que sea que necesites que te ayude a escribir; hay que estar claro que las
distracciones no cuentan, el juego de solitario de la computadora ,que distrae, no es parte del proceso, lo es si estás escribiendo y en uno de esos trancones
creativos, producto del engolosinamiento de la historia, necesitas tener un
respiro, esa pausa en la que tu concentración se ha fijado en una actividad
repetitiva puede ayudar a que las ideas fluyan de nuevo, pero solo así, si
evitan que puedas escribir, es que no te sentaste a escribir y entonces te remito
al primer consejo de esta entrada.
El siguiente consejo es más una
sugerencia, no es algo para tomar literalmente, sino es una guía que le permite
al escritor practicar: Plagia.
No significa que el escritor deba
agarrar el poema “El Cuervo” de Edgar Allan Poe y lo parafraseé y lo firme como
suyo propio. No. El plagio en este caso es un proceso didáctico, en el que
puedes tomar una historia conocida y narrarla desde tu punto de vista, o tomar
un punto no desarrollado en un cuento o novela y desarrollar tu propio relato;
esto te permite no crear desde cero, pero si entrenar a la mente para que pueda
hacerlo, la creatividad no es un golpe de inspiración, detrás de cada libro hay
un proceso creativo estudiado, donde el autor hace caminos “ocultos” que permiten
darle sentido lógico a la trama; si no logras hacer tu propia historia desde
cero, hacer esto suelta la mano y las ideas, es como sacar la basura que
obstruye nuestra mente.
Una versión del mismo consejo es:
escribe todo aunque sea malo, sacar ideas estancadas, viejas o que parecen
fantásticas pero que no encuentras cómo desarrollar, permite que las buenas
ideas lleguen.
Creo que el último consejo es muy importante: Revisa que
lo que estás escribiendo no se haya escrito “demasiado”.
Hasta el lector más flojo y menos
experimentado hace comparaciones, y las comparaciones son odiosas a menos de
que sean positivas, y por positivas es que te comparen con los grandes.
¿Qué hace una novela que tiene la
misma trama que cincuenta o cien anteriores a ella? Ser una más del montón. La
innovación es súper importante, es lo que te permitirá sobresalir en un mundo
tan competitivo, como lo es ahora, la literatura. Y por qué es tan competitivo,
porque ahora cualquiera ―sí, cualquier pendejx― puede “escribir” y publicar un
libro. Hay que estar conscientes y tener la humildad de aceptar que con las
nuevas plataformas de autopublicación, la élite de escritores dejo de serlo,
hace unos diez años, tal vez quince, ser escritor era una cuestión de mérito;
ahora es una cuestión de seguidores y consumo, y el consumismo actual nos dice
que uno de los género que más se lee (en español por lo menos) es el romance,
¿Cuántas novelas de romance pueden considerarse originales? Podrán ser de
vampiros, podrán ser rosas, podrán incluso meterle un toque de horror o
paranormal, pero siempre es la misma línea: heroína dolida, héroe rescatándola,
malo entrometiéndose, normalmente algún ex, amor superando los obstáculos, fin.
Pongo el ejemplo de este género solo por la cantidad creciente de escritores
que se lanzan con una historia romántica, cualquier sub género adicional ya ha
sido o está siendo explotado, lo que conlleva a que sea muchísimo más sencillo
que las historias se repitan, por ende se convierte en una tarea titánica crear
una historia original. Evidentemente todo género tiene su línea lógica de
desarrollo, por ejemplo el horror es algo así: protagonista atormentado,
entidad malvada que lo acosa, lucha entre ambos y… es aquí donde quedan
abiertas las posibilidades del autor, es decir, puede ser malvadx y no darle un
final esperanzador, puede simplemente ganar el malo, o puedo hacer que el bueno
gane a costa del sacrificio de su propia vida, o incluso el bueno puede quedar tan
trastornado que se convierte en malo.
Para cerrar la entrada solo tengo
una cosa que decir, los pasos técnicos de corregir, engavetar, volver a
corregir, portada y todo eso, vienen después. Un ejercicio que todo escritor
que comienza debe hacer es no soñar… demasiado, es el típico: no contar los
pollos antes de nacer; no puedes pensar en cuántas editoriales meterás el
manuscrito, ni en qué plataforma te conviene más subirla, ni cuántas ventas
tendrá el libro, porque en ese momento NO HAY LIBRO. Hasta que no se pone “fin”
en la obra, no está terminado; puedes empezar a fantasear abiertamente con todo
lo anterior en el momento en que hayas ―como mínimo― hecho dos correcciones,
una tuya y una de un tercero. Es entonces cuando entran también los pasos de
escuchar las opiniones y todo lo demás, antes de eso, es solo una distracción
que puede desviarte de tu meta original, que es: escribir.
Si un aspirante a escritor piensa
que el proceso es tan directo como una operación matemática, se equivoca; a
algunos pueden servirle las formulas que muchos publican porque a ellos les
sirvieron, pero no son exactas y tampoco aplican a todo el mundo. El arte de
escribir ―porque eso es: un arte― es un proceso subjetivo, con muchas
variables, con las eventualidades de las sequías creativas, con el hambre
obligatoria que te lleva a leer y releer obras nuevas y ya leídas, es todo un estado mental, e incluso físico,
necesario. Hay gente que necesita despojarse de todo para escribir, no solo de
sus tabúes, hasta de su ropa.
Espero que puedan servirte mis
consejos, un gran abrazo a todos.
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