Todo aquel que
se diga lector del género gótico se ve obligado, casi religiosamente, a leer
los relatos de Edgar Allan Poe. No igual, los lectores de terror, porque aunque
es considerado el padre del género, uno de los más grandes precursores (si no
el más grande) realmente, al leer a profundidad su obra, encontramos que no es
propiamente un escritor de terror.
Claro que el
terror tiene muchas vertientes, y muchos lectores asocian el gótico con el
terror, por simple desconocimiento de los lineamientos que rigen cada género.
Evidentemente esto sucede en la medida en que afinamos nuestros gustos y
hábitos de lectura, cuando dejamos de ser lectores amateurs y pasamos a ser
lectores analíticos, que además de asimilar la historia, también comprenden y
descubren que un libro es fondo y forma.
Cabe destacar
que dicha comprensión está íntimamente relacionada con la edad, (sí, con la
edad) y con la experiencia, muchas veces no es igual leer un libro a los quince
que leerlo a los veinticinco, incluso, muchos encuentran curioso que después de
diez años ese libro que nos obsesionó en la juventud, lo hallen absurdo,
inmaduro y nada atractivo.
Algo así sucede
con este escritor, cuando leí “Corazón delator” en el bachillerato, mientras
estudiábamos a los escritores del Romanticismo (lo estudié junto a Cortazar,
Borjes, Quiroga e Isaacs) este relato me pareció una maravilla, claro que en
ese entonces tampoco lo consideré de terror, de hecho me parece mucho más
terrorífico “La gallina degollada” de Horacio Quiroga; pero en perspectiva, y
por acción de los años pasados desde entonces, aunado al hecho de que ahora leo
con la visión de quien escribe a conciencia, puedo aceptar que E.A.P. es de
terror… psicológico.
Recientemente
me di a la tarea de buscar aquellos relatos del autor que son considerados de
terror. Leí “Ligeia” “Corazón delator” “La Caída de la casa Usher” y “Gato
Negro” (además de todos los adicionales de él, como “La caja oblonga” o “La
máscara de la muerte roja” que es uno de mis favoritos). Analizando dichos
relatos con ojo crítico, uno puede notar el recurrente existencialismo en
ellos, su terror se basa en la culpa, la excitación de los sentidos por el opio
y/o alcohol, o por los temperamentos sensibles que conducen a la locura. Muy
pocas veces vemos en sus relatos un “ente providencial y sobre natural” que
produzcan los sentimientos antes mencionados; la mayoría de sus protagonistas,
se encuentran en una pendiente existencial que se enrumba al hundimiento total,
sea por desidia o por voluntad propia, en los cuales se regodean casi con
fruición glotona. Ciertamente, no podemos descontextualizar el género al no
tomar en cuenta la época en que fueron escritos; ahora en la actualidad, muchos
encontraremos que dichos relatos poseen un lenguaje recargado, lleno de una
profunda, aunque influenciada, culpa o miedo, por algo que hicieron o que
piensan hacer.
Aunque en la
literatura de este ilustre escritor existen diversos géneros, la única novela
que escribió, y la cual poseo, jamás la he leído, es una especie de decepción
que conservo de aquellos días en los que aseguraba que Poe era mi escritor
favorito, solo para descubrir que su novela era sobre marineros y que para mí
(hago énfasis en eso: para mí) no significaba mucho o nada, pues esperaba una
trágica historia de amor, oscuridad y terror.
Una cosa que es
indiscutible es el nuevo estilo gótico que utilizó, traslado la decadencia de
las descripciones del Medioevo y las aplicó a su modernidad, aunque algunas de
sus historias suceden en antiguos castillos (La máscara de la muerte roja) el
resto se desenvuelve en las calles de su actualidad, le confiere a ellas es
carácter enigmático y misterioso, ruinoso, propios del goticismo, e incluso sus
personajes guardan semejanza con estos abnegados héroes y heroínas, o en su
defecto, sus villanos tienen esa aura despreciable e inmoral, que también
pertenecen al género.
Considero que
Edgar Allan Poe es uno de esos escritores (excelentes) que te permiten releer
su obra a través de los años y encontrar nuevos puntos de vista e
interpretación, cuando un escritor consigue esa versatilidad, está destinado a
pasar a la historia, tal y como este lo hizo; es tal vez por esta versatilidad
que menciono, por la que E.A.P siempre está de moda, más que como simple representante
de una época histórica dentro de la literatura.